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domingo, 21 de febrero de 2010

Las claves genéticas de la 'cuna' de la Humanidad

Un grupo de bosquimanos camina por un sendero de Namibia. | Stephan C. Schuster

Un grupo de bosquimanos camina por un sendero de Namibia. | Stephan C. Schuster

  • Descifran el ADN de la población con la forma de vida más primitiva
  • La conclusiones permitirán mejorar las aplicaciones médicas

Durante años las investigaciones de genética humana han provocado un enorme sesgo en las bases de datos a favor de las poblaciones de origen europeo. De todos los genomas completos que se han publicado hasta la fecha sólo uno de ellos es de África, el lugar donde habitaba el ancestro común y desde el que el ser humano colonizó el resto del planeta. Ahora, una investigación dirigida por científicos de la Universidad de Penn State (EEUU) ha demostrado hasta qué punto estaba equivocado el camino científico seguido por los estudios genéticos.

El estudio ha analizado la secuencia de ADN de cuatro bosquimanos de la etnia Khoisán y un miembro de los Bantú, para lo que se ha prestado voluntario el arzobispo y Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu. Los investigadores han identificado 1,3 millones de variantes genéticas desconocidas hasta la fecha. Con la secuenciación de los dos europeos, tres asiáticos y un africano secuenciados hasta ahora sólo se habían documentado entre 3 y 4 millones de variantes.

Los investigadores, en Namibia. | S.C.S.

Los investigadores, en Namibia. | S.C.S.

"La variación genética humana es vital para determinar el riesgo de padecer una enfermedad que tiene un individuo o la capacidad que tiene para responder a un determinado fármaco", explica la coautora del trabajo Vanessa M. Hayes, de la Universidad de New South Wales en Australia.

"Hay que recordar que la genómica humana está llegando a ser una fuente de conocimiento médico real y muy poderosa que podría alcanzar su punto álgido en 2010", asegura el autor principal del trabajo, Stephan C. Schuster, científico de Penn State y líder del grupo que descifró el genoma del mamut hace algunos meses.

Los últimos cazadores-recolectores

Schuster seleccionó a cuatro representantes de la etnia Khoisán, una población de bosquimanos que habita en Namibia, por ser el único grupo que aún mantiene el tipo de vida cazador-recolector que tenían los primeros seres humanos.

Además, ha evolucionado sin interrupción desde la separación del ancestro, algo que no han hecho las poblaciones europeas o asiáticas que pasaron por un cuello de botella genético cuando unos pocos individuos se expandieron por el hemisferio norte. "Hay más diferencias genéticas entre dos bosquimanos que entre un europeo y un asiático", compara Hayes.

"Estas características permiten a los científicos estudiar no sólo las aplicaciones médicas sino también las adaptaciones al modo de vida", explica Tomás Marqués Bonet, investigador del Departamento de Ciencias Genómicas de la Universidad de Washington y del Instituto Médico Howard Hughes.

La investigación detalla un perfecto ejemplo de este tipo de mutaciones relacionadas con el modo de vida. Los individuos analizados no poseen el gen que permite fabricar la enzima que digiere la lactosa. Como es lógico los cazadores-recolectores no consumían leche, porque no explotaban ganado. Algo que sí comenzaron a hacer los humanos con el inicio de la agricultura y la ganadería. Por ello ese gen y la capacidad de digerir la leche sí se encuentra en las poblaciones europeas o asiáticas.

Los neandertales comían en la cama


  • Tenían dormitorio en el área más interna y protegida del abrigo
  • Allí comían las sobras de la comida como 'snacks' cuando tenían hambre

Los neandertales que habitaron en el yacimiento de Abric Romaní, en Barcelona, no sólo tenían organizado su hogar para que fuera lo más cómodo posible, sino que también lo hacían con la intendencia, y guardaban los restos de las comidas para tomarse 'unas tapas' de forma independiente a la comida.

Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado los investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), tras la campaña del último verano en el municipio de Capellanes, donde se encuentra el yacimiento.

Los investigadores han descubierto que los neandertales que, hace 55.000 años, habitaron en este abrigo tenían una considerable complejidad organizativa: dividían el espacio según las zonas de uso. De hecho, tenían un área destinada únicamente como dormitorio de descanso, que era la más interior y, por tanto, más protegida. Se trata de un tipo de habitación que, hasta ahora, sólo se había documentado en los 'Homo sapiens'.

El paleontólgojo Josep Vallverdú, uno de los autores del trabajo que han publicado en 'Current Anthropology' sobre este yacimiento, explica que en ese espacio sólo hay restos arqueológicos que indican que allí se hacía fuego, para mantenerse en calor.

Especifica que, por la distancia entre las hogueras, se calcula que cabrían allí entre seis y ocho individuos, en un espacio de entre 10 y 15 metros cuadrados, es decir, casi un fuego por metro. Curiosamente, en otras zonas del mismo abrigo, las hogueras se utilizaban de otra manera.

Estas áreas dormitorio y de descanso también tomaban pequeños 'tentempiés' o 'tapas' a partir de las sobras de comida del día anterior, un comportamiento que también se ha observado en poblaciones primitivas actuales.

Los neandertales de Abric Romaní también cubrían el suelo con pieles, según explicaba Eudald Carbonell a ELMUNDO.es hace unos meses; encima ponían limo o arena y hacían sus hogueras. De ese modo, cuando éstas se apagaban podían sacar las cenizas de las cuevas con facilidad.

Desentrañan la tecnología de los primeros humanos europeos

Escrito por Kanijo en Ciencia General, Historia
Tecnología de los primeros humanos europeos
Arriba: Cráneo de Homo georgicus hallado en Dmanisi(Georgia). (Foto de E. Lacasa). Abajo: Industria lítica procedente del yacimiento de Dmanisi (nivel IV).

Investigadores de la UAM han desarrollado un trabajo de investigación sobre los primeros útiles líticos documentados en Eurasia. Este estudio, desvela la complejidad de los comportamientos técnicos de los primeros homínidos del yacimiento de Dmanisi, cuya cronología, cercana a los dos millones de años de antigüedad, resulta la más antigua documentada hasta el momento en Europa.

El profesor Javier Baena Preysler y su equipo, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, a través de un proyecto de la Fundación Duques de Soria y el Ministerio de Asuntos Exteriores en coordinación con el Museo Nacional de Georgia, vienen colaborando en los trabajos de excavación y estudio de los restos hallados en Dmanisi. Este yacimiento es el más rico en fósiles humanos de estas cronologías localizado hasta el momento. Hasta el presente se han encontrado un total de 5 cráneos y decenas de restos correspondientes al esqueleto. Sus similitudes con H. ergaster, sugieren que estos homínidos representan las primeras especies en salir de África, dando lugar al linaje asiático de H. erectus.

Igualmente, los restos de industria localizados suponen un testimonio excepcional de la primera tecnología en herramientas de piedra elaboradas por estos homínidos, que permitió a nuestros antepasados llegar más allá de África del Este.

Las rocas seleccionadas para confeccionar esta industria lítica provienen de un entorno próximo como es habitual en estos momentos antiguos. Casi siempre seleccionaban cantos rodados de los cercanos cauces de los ríos Mashavera y Pinesauri, aunque en ocasiones también escogieron bloques y lajas angulosas. Existe una enorme variedad de rocas que supieron aprovechar, hasta un total de 21 tipos litológicos diferentes, lo cual nos indica en cierta forma la capacidad de reconocer y aprovechar cualquier roca que se pudiese tallar.

Muchos de los cantos que fueron seleccionados no están tallados, siendo seguramente empleados como percutores o yunques. Los tallados, suelen ofrecer planos naturales lisos, en los que resultaba más fácil la extracción de las primeras lascas. En los momentos más antiguos (nivel IV), la explotación se realizaba produciendo lascas sucesivas desde el mismo plano, en series muy sencillas, hasta que el borde del canto se embotaba, momento en el que era abandonado o retomado en otro plano para iniciar la misma operación.

Sin embargo, en el nivel II (un momento posterior en la ocupación) las lascas fueron obtenidas de manera alternativa en una y otra superficie del núcleo o canto, lo que permitía controlar mejor el proceso de talla, y obtener así un mayor número de lascas. El estudio de los materiales de la secuencia de este yacimiento, nos ha permitido apreciar, los primeros cambios tecnológicos que estos primeros grupos humanos sufrieron en su llegada al continente europeo.

Todo ello permite situar la industria lítica de Dmanisi, a medio camino entre las industrias consideradas como preolduvayense o modo 0 y las olduvayenses o modo 1. En Europa occidental, con una cronología un poco más reciente (1,4-0,8 MA) se encuentran industrias que siguen teniendo una tecnología olduvayense hasta algo menos de 1 millón de años. Existen buenos ejemplos de esa tecnología en yacimientos como Monte Poggiolo (Italia), Orce y Atapuerca (España).

A pesar de su sencillez, esta tecnología permitió a estos homínidos una amplia expansión geográfica, como nunca habían conocido hasta entonces, adaptándose a paisajes cada vez más alejados y diferentes del foco originario del Sur y Este de África. Dmanisi supone un importante hito en la evolución de la industria lítica a las puertas de Eurasia a través del cual se expanden los primeros grupos de homínidos.

Los resultados obtenidos en estas investigaciones han sido publicados en Quaternary Internacional.

domingo, 14 de febrero de 2010

La mano, ese prodigio evolutivo

La mano humana es un instrumento notable. Y dentro de la mano, que tengamos el pulgar oponible es realmente prodigioso. El gran Isaac Newton dijo: “Sólo el pulgar ya me convencería de la existencia de Dios”. Sin embargo, y a pesar de que tener un dedo oponible es un acierto, otros primates también lo tienen. Ahora bien, no pueden usar sus patas como el hombre la mano. Por dos causas. Primera: la mano tiene dos presas que pueden actuar de forma simultánea. Podemos coger una pelota con la palma y, a la vez, sostener un bolígrafo con los dos primeros dedos. Y segunda: la unión neural directa entre el cerebro, más concretamente el cerebro anterior, y la mano mediante lo que se llama la vía piramidal. En el chimpancé, por ejemplo, la mano no está tan bien dotada desde un punto de vista nervioso, lo que hace que sus capacidades se vean drásticamente menguadas. El ejemplo más claro es el del pianista: puede golpear 10 veces por segundo sólo con el índice. Evidentemente, la mano del chimpancé es capaz de coger fruta, subir por el tronco de un árbol, beber, acicalarse, tirar piedras y hurgar un hormiguero con un palo. Pero la destreza humana con la mano se encuentra fuera de su alcance.

Y eso que la mano humana, desde un punto de vista biológico, no es gran cosa. Tener un hueso en el brazo, el húmero, dos en el antebrazo, el cúbito y el radio, ocho en la muñeca dispuestos en dos hileras, cinco metacarpianos en la palma y cinco dedos con tres huesecillos -salvo el pulgar que sólo tiene dos- es bastante primitivo. Los anfibios también poseen cinco dedos y otros mamíferos han modificado este antiguo sistema. Así, los caballos han terminado con un único dedo que les permite correr.

No obstante, resulta bastante avanzada en algunos aspectos sutiles. Durante 50 millones de años nuestros antepasados se adaptaron a una existencia arborícola, con lo que fueron desarrollando un miembro anterior más ágil. Tanto el omóplato como la clavícula se conservaron para proporcionar una notable movilidad al brazo. El codo y la muñeca se desarrollaron para permitir una amplísima gama de movimientos. ¿Cuántos animales pueden rascarse todas y cada una de las partes de su cuerpo únicamente con sus miembros anteriores?

Uno de los descubrimientos más curiosos es que determinadas enfermedades pueden “verse” en la mano. Por ejemplo, el síndrome de Down generalmente queda reflejado en huellas anómalas en las palmas. De hecho, presentan menos remolinos, arcos y asas radiales en las puntas de los dedos que quienes no sufrimos este defecto genético. Las personas que padecen esta trisomia presentan una mayor tendencia a tener esas asas en el pulpejo de su dedo anular mientras que la gente normal suele tenerlas en el índice. También tienen mayor tendencia a presentar en la palma la llamada línea simiesca, una línea horizontal y única que cruza de lado a lado la zona más cercana a los dedos. Cerca del 80% de los síndromes de Down la tiene mientras que sólo el 7% de la población normal la posee, y normalmente en una de las palmas.

Súper erupción de Toba, la casi extinción de la raza humana o no

Una súper erupción de un súper volcán hace 73 mil años cambió el clima de todo el planeta, y acabó con gran parte de la vegetación de la India y el Sudeste asiático. Pero eso no es todo: hay estudios que le echan la culpa de una casi extinción de nuestra especie Homo sapiens.

En la isla de Sumatra, Indonesia, se encuentra el lago volcánico más grande del mundo. Tiene 100 kilómetros de largo por 35 de ancho. Es parte del cráter que produjo la erupción volcánica más impresionante que haya ocurrido desde que existe el género humano. Ocurrió hace 73 mil años, y fue tan impresionante que los efectos produjeron un invierno de seis años en todo el mundo, seguido de 1800 años de intenso frío.

Se cree que la columna de humo del volcán Toba pudo alcanzar hasta 40 kilómetros de altura, esto es el doble de cualquier erupción catastrófica histórica.

Así es que las cenizas de la súper erupción se pueden encontrar en lugares tan distantes como la India o el sur de China. En el Océano Indico se descubrió una capa de cenizas de 12 centímetros de espesor, mientras que en el continente indio encontraron zonas con estratos de ceniza de entre 3 y 6 metros.

Antes de depositarse, esa ceniza estuvo en el aire durante meses filtrando los rayos solares. Esto cambió el clima mundial de forma radical, con un período de seis años de lo que se llama invierno volcánico. Se cree que la temperatura pudo haber bajado hasta 16 grados centígrados.

Para que nos ubiquemos, el mundo ha pasado por diversos períodos climáticos a lo largo de sus miles de millones de años de “vida”. Períodos cálidos, y eras de hielo. Para el momento en que el súper volcán Toba entró en erupción se vivía lo que se llama una etapa interestadial, o sea algo de calor dentro de un período glacial.

La súper erupción arrebató al mundo esos años de calor, y le robó los veranos durante seis años. Poco después le siguieron 1800 años de frío intenso, la etapa más fría de la última Glaciación, que había comenzado 100 mil años antes del presente, y terminó hace unos 10 mil años.

¿CASI NOS EXTINGUIMOS?

Ahora, ¿nosotros dónde estábamos? Nuestra especie, Homo sapiens, se originó en Africa hace unos 200 mil años. Desde hace al menos 100 mil ya había humanos modernos viviendo en Medio Oriente, y para la época de la catástrofe de Toba, unos 70 mil años atrás, los Homo sapiens habían llegado a la India, por el sur de la península arábiga. Ya también habíamos poblado el Sudeste asiático y el sur de China. Europa sólo estaba habitada por los neandertales en esos tiempos, y en el resto del mundo todavía no nos conocían.

Así que el devastador efecto de la súper erupción de Toba hace 73 mil años nos agarró en plena corriente colonizadora, y conviviendo con los neandertales en Medio Oriente. ¿Cómo sintieron estas dos especies humanas los efectos de esos seis años sin verano seguidos de 1800 años del frío más intenso?

Hay dos posturas encontradas al respecto. Una es la que puso sobre el tapete la importancia de Toba en la historia evolutiva de nuestro planeta, no sólo con respecto a nosotros. Fue propuesta por Stanley Ambrose en 1998.

Ambrose, antropólogo de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, relacionó estudios genéticos con la catástrofe de Toba. Es que los genetistas venían observando que las poblaciones humanas han pasado por cuellos de botella a lo largo de su historia evolutiva. O sea reducciones drásticas de la población. La más importante la databan justo para la época de Toba.

Allí entra Ambrose en 1998, y relaciona de forma directa los efectos devastadores de Toba en el clima mundial, con los cuellos de botella. Según él la catástrofe podría haber llevado a la humanidad a una casi extinción.

Sus conclusiones decían que toda esa corriente colonizadora humana que había partido de Africa para poblar la India y el Sudeste asiático se habría casi extinguido, permaneciendo con vida sólo las poblaciones de Homo sapiens que vivían en las zonas ecuatoriales tanto del sudeste asiático como de Africa.

Ambrose incluso aducía que este invierno volcánico habría jugado un papel importante en la diferenciación humana. Según él, una combinación de aislamiento de poblaciones y adaptación a los ambientes locales podrían explicar cómo es que nuestra especie tiene tan poca diversidad genética, pero sí diferencias superficiales de los caracteres físicos. O sea lo que comúnmente se llama razas geográficas.

En palabras de Ambrose: “Cuando la diáspora de los humanos modernos africanos pasó a través del prisma del invierno volcánico de Toba, apareció un arco iris de diferencias”.

GENETICA VS. ARQUEOLOGIA

Hablamos de dos posiciones con respecto a los efectos de Toba en nuestra especie. La contraparte dice que no existieron tales cuellos de botella, ya que esa reducción de población que se ve en los genes no se correlaciona con la evidencia arqueológica.

Los sitios donde nuestros antepasados vivían, comían y fabricaban sus herramientas no han sufrido abandonos. Incluso en la misma India se han visto yacimientos en los que hay presencia normal por debajo y arriba del estrato que contiene las cenizas de Toba.

Es común ver que la genética se enfrenta a las evidencias arqueológicas. Es que los genetistas no suelen prestar atención más que a los genes, al contrario de los científicos dedicados a la arqueología y paleoantropología, ya que ellos no sólo buscan datos en los restos arqueológicos y en los fósiles, sino también en otras ciencias como la geología, palinología, climatología, y la genética entre ellas.

En este caso los cuellos de botella vistos en los genes no se apoyan en evidencias sólidas, sino en un gran número de suposiciones. Por ejemplo, para interpretar un cuello se basan en la asunción de que en el pasado había más endogamia, y así estiman cuál sería el tamaño de la población. Algo que no podremos dar nunca por seguro, a no ser que tengamos una máquina del tiempo.

El tema es que desde la arqueología no se ve ninguna discontinuidad en el registro fósil ni tampoco en las evidencias de herramientas líticas. No se lo ve en Africa, y tampoco en Asia. No hay evidencia alguna que sugiera un cuello de botella hace 73 mil años. Tampoco se ve ningún tipo de reducción de población entre los neandertales que poblaban Europa.

El golpe de gracia a la “casi extinción humana” se lo dio un estudio en 2007 de Petraglia y colegas. Ellos excavaron un yacimiento en India, donde se suponía que la población humana habría desaparecido.

Los científicos descubrieron un yacimiento humano en el que se veía la huella de la catástrofe de Toba: una franja de ceniza volcánica. Pero encontraron restos arqueológicos tanto debajo de esa franja, como por encima. Y eran herramientas similares, o sea previsiblemente una continuidad de la misma población.

EL HUMANO FLEXIBLE

En la actualidad hay estudios tanto desde la genética como desde la arqueología que desestiman esas reducciones drásticas de la población humana.

Ese estudio del yacimiento en India, demuestra que los humanos fueron y son flexibles ante los cambios climáticos. No somos plantas que no podemos movernos, y ya hace 70 mil años éramos un animal inteligente, que tenía tecnología. La flexibilidad de los humanos modernos se ve que era suficiente como para superar un evento colosal como la súper erupción de Toba.

En 2008, científicos israelíes terminaron de sepultar la hipótesis de la casi extinción de nuestra especie. Doron Behar y colegas, realizaron estudios genéticos evitando todas las suposiciones que generalmente se utilizaban, y así lograron refutar los cuellos de botella. Así la genética terminó estando de acuerdo con los datos arqueológicos.

Sobrevivimos a la erupción volcánica más grande que ha ocurrido en nuestro planeta en los últimos 2 millones de años, y pudimos adaptarnos a la catástrofe climática que le siguió. No nos extinguimos, ni estuvimos cerca, pero obviamente no habrá sido un paseo en bote. Todas las poblaciones más cercanas a Sumatra desaparecieron, y otras que vivían en regiones más frías tuvieron que migrar.

Aquí en Futuro vimos ya el caso de la cultura Clovis de América, que desapareció luego de una catástrofe climática similar, y así se cree que desaparecieron también nuestros parientes los neandertales. Es algo para tener en cuenta en estos días de calentamiento global, ya que somos flexibles como especie, pero en el camino quedan muchos individuos.

miércoles, 3 de febrero de 2010

La risa universal

Las señales auditivas de ciertas emociones son reconocibles por todo el mundo
  • Personas de culturas diferentes identifican la risa como expresión de felicidad
  • Este sonido parece tener raíces evolutivas ya que varios animales lo emiten
Dos hombres paquistaníes riéndose. (Foto: AP | Muhammed Muheise)

Dos hombres paquistaníes riéndose. (Foto: AP | Muhammed Muheise)


MADRID.- Un esquimal es capaz de saber si un maorí está triste al reconocer en su rostro la expresión de esa emoción. La cara es el espejo universal del alma y por eso somos capaces de interpretar ciertas sensaciones aunque nuestras culturas sean dispares. Y no sólo los gestos. La risa, el llanto y otros sonidos que acompañan a los sentimientos también son comunes a todos los seres humanos.

"Las personas empleamos una gama de señales para comunicar las emociones, incluyendo la emisión de sonidos, las expresiones faciales y la postura", señalan los autores del estudio publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. "Las señales auditivas permiten la comunicación afectiva cuando el receptor no puede ver al emisor", añaden.

Varias investigaciones han comprobado que algunas de estas herramientas comunicativas son universales, ya que individuos de distintas culturas, que no comparten el idioma ni las costumbres, son capaces de identificar qué emociones pretenden transmitir. Sin embargo, en el caso de los sonidos, la cuestión seguía siendo una incógnita.

Investigadores del University College London (Reino Unido) diseñaron un experimento para resolver esta duda. Y se centraron en las conocidas como emociones básicas (miedo, asco, ira, tristeza, sorpresa, alegría, placer sensual, éxito y alivio). "Se considera que éstas constituyen funciones desarrolladas que comparten todos los seres humanos, tanto en términos de fenomenología como en forma de señales comunicativas", señalan.

Dos grupos de procedencia muy distinta sirvieron para comprobar su teoría. Uno estaba formado por ciudadanos británicos y el otro por miembros de la tribu Himba, que habita en la región norte de Namibia. Las distancias culturales, educativas, lingüísticas, etc., son evidentes.

Cada uno de ellos escuchaba una pequeña historia que hablaba de una de estas emociones (por ejemplo, acerca de la tristeza que sentía alguien por la muerte reciente de un pariente cercano) y después escuchaba dos sonidos -grabados previamente por personas de ambos grupos étnicos- y debía identificar cuál correspondía a la sensación de la que trataba el relato.

"Las personas de ambos grupos parecían reconocer fácilmente las emociones básicas", explica Sophie Scott, principal autora del estudio. "Esto sugiere que estas emociones -y sus señales auditivas- son similares en todas las culturas".

Entre ellos, uno especialmente: la risa. Con las demás sensaciones, las ventajas de pertenecer al mismo grupo eran más evidentes (los británicos acertaban más cuando el emisor era de su misma procedencia, al igual que sucedía con los himbas). Pero, cuando se trataba de la risa descrita en el relato por la acción de hacer cosquillas-, los porcentajes de acierto crecían, los filtros culturales no eran tan patentes.

"Las cosquillas hacen reír a todo el mundo", ha explicado Dina Sauter, otra de las investigadoras. Y no sólo a los humanos. "Hemos visto esta reacción en otros primates así como en otros mamíferos. Esto sugiere que la risa tiene unas raíces evolutivas muy profundas, posiblemente originadas como parte de la comunicación durante el juego entre niños pequeños y madre".

Ascendencia Neandertal y de Ser Humano "Moderno"

Foto: Bristol U.Los dientes de un niño con 30.000 años de antigüedad están proporcionando nuevos datos sobre la evolución de los humanos modernos, gracias a una investigación de la Universidad de Bristol.


Los dientes son parte de restos notablemente completos de un niño, que fueron encontrados en Abrigo do Lagar Velho, en Portugal, y desenterrados en 1998 bajo la dirección del profesor Joao Zilhao de la Universidad de Bristol. Clasificado como un humano moderno con ascendencia neandertal, este niño ha hecho que la comunidad científica deba enfrentarse a preguntas polémicas sobre cuán extensamente los neandertales engendraron descendencia mixta con los humanos modernos de los grupos de ascendencia africana cuando entraron en contacto en Europa.

Los humanos modernos iniciales, cuya anatomía se considera básicamente similar a la de los humanos actuales, surgieron hace más de 50.000 años, y durante mucho tiempo se ha creído que la biología humana ha cambiado poco desde aquel entonces.

Al evaluar la biología de humanos arcaicos tardíos como los neandertales, es habitual compararlos con los humanos actuales e ignorar en gran medida la biología de los humanos modernos iniciales, que llegaron a compartir una misma época con los neandertales.

Con esto en mente, un equipo internacional, que incluyó al profesor Zilhao, reanalizó los dientes del niño de Lagar Velho y los compararon con dientes de neandertales, de humanos del Pleistoceno tardío (12.000 años de antigüedad) y de humanos modernos.

Los investigadores encontraron que los dientes del niño de Lagar Velho encajan de manera evidente con el patrón dental típico de los neandertales precedentes, y contrastan con los dientes de los humanos del Pleistoceno tardío y los de los humanos modernos actuales.

Este nuevo análisis del niño de Lagar Velho se suma a un conjunto creciente de información proveniente de otros fósiles de humanos modernos tempranos encontrados en diversas zonas de Europa que muestra que estos "humanos modernos iniciales" eran "modernos" sin ser "completamente modernos". La evolución anatómica humana continuó después de ellos.

Información adicional en:

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